PSICOLOGÍA PARA VIVIR CON SENTIDO:
http://www.facebook.com/integralcerciscapacitacion#!/photo.php?fbid=369731859763772&set=a.289161821154110.65683.172720649464895&type=1&theater
Como cada fin de semana la madre preparó una cesta con alimentos para la abuela y llamo a la niña para que se la llevase. Le ajusto la capa roja al cuello y le dio la misma recomendación de siempre:
“no vayas por el bosque, ya sabes que hay un lobo malísimo que ya se ha comido a varios niños”
“Aunque sea más largo ve por el camino del valle, no te detengas ni pi
erdas el tiempo, deja las provisiones a tu abuela y regrese antes de la noch...
http://www.facebook.com/integralcerciscapacitacion#!/photo.php?fbid=369731859763772&set=a.289161821154110.65683.172720649464895&type=1&theater
Como cada fin de semana la madre preparó una cesta con alimentos para la abuela y llamo a la niña para que se la llevase. Le ajusto la capa roja al cuello y le dio la misma recomendación de siempre:
“no vayas por el bosque, ya sabes que hay un lobo malísimo que ya se ha comido a varios niños”
“Aunque sea más largo ve por el camino del valle, no te detengas ni pi
erdas el tiempo, deja las provisiones a tu abuela y regrese antes de la noch...
e”.
La niña hizo una mueca de fastidio, rumió algo así como ¡siempre es lo mismo! y partió.
Pero esta vez no hizo lo de siempre: perdió el tiempo hablando con una amiga, estuvo tirando piedras a un charco de agua y revolvió las mercancías de un vendedor ambulante sin comprarle nada. Cuando se dio cuenta no le quedaba mucho tiempo para volver antes de la noche, así que decidió acortar camino por el bosque. En realidad había estado ahí cientos de veces pero era la primera vez que lo hacía sola. Apuró el paso y trató de tranquilizarse pensando que probablemente aquel lobo fuese alguna de las tantas que inventaban los mayores para evitar que los niños hicieran lo que realmente les gustaba. Pero tras un buen rato de marcha oyó entre la espesura un aullido que le puso los pelos de punta. Se detuvo unos segundos y miró alrededor, le pareció ver que una sombra gris se deslizaba muy lento pero ya era muy tarde para volver atrás. Siguió andando y esta vez a sus espaldas escuchó un gruñido de esos que hielan la sangre; echó a correr mientras aquella sombra parecía correr a ambos lados del camino ¡probablemente había más de un lobo! - pensó completamente horrorizada. Cuando por fin se detuvo, agotada por el esfuerzo un gran lobo gris salto de entre los árboles y se coloco delante de ella gruñéndole y enseñando los colmillos.
¿Vas a comerme? - preguntó la niña mientras temblaba de miedo.
- Por supuesto – dijo el lobo.
- Soy muy poca cosa para un animal tan grande, mira que delgados son mis brazos (murmuró mientras se levantaba la manga).
- Es cierto – gruño el animal. No vales mucho pero ¿Qué llevas ahí?
- ¡Ho, cosas de comer para mi abuelita! No puede andar y tenemos que llevarle la comida; si me prometes no comerme te dejaré algo.
El lobo gruñó otra vez con fastidio - ¡niña boba! Puedo comerte a ti y de postre esa cesta.
- Es cierto pero si me matas no tardarán en encontrarte y te matarán a ti, eso tenlo por seguro. Mi padre es buen cazador, ya no podrás vivir en paz. ¿acaso te gusta que todo el mundo te die y te tenga miedo?
El lobo se echó sobre las patas y bostezó.
- La verdad es que me he tragado a unos cuantos, pero solo lo hice para alimentar a mis lobitos que ya crecieron y ahora viven lejos, ahora tengo que seguir matando para mantener el miedo.
- Por lo que has hecho ya estas condenado para siempre; cualquiera que pueda te matará y a medida que envejezcas serás como mi abuela solo que nadie va a traerte la comida. Tendrías que buscarte otro medio de vida o serás siempre un fugitivo.
El lobo estuvo un rato pensando y por fin dijo con un suspiro:
- bien, te dejaré partir pero si me dejas un par de esos pastelillos que llevas, pero ¿Qué he de hacer para que no me odien?
- Dejar tu maldad. Le dijo la pequeña niña de la capa roja mientras sacaba un par de pasteles y los dejaba a un lado.
- Demuestra que no eres un cruel carnicero y podrás vivir en paz hasta que mueras de viejo.
- Así lo haré, dijo el lobo haciéndose a un lado.
Paso el tiempo y en el pueblo se corrió la voz de que aquel lobo feroz había desaparecido, la gente se atrevió a circular con normalidad por el bosque pero como también merodearon por ahí vagabundos y ociosos pronto descubrieron que había un lobo inmenso y terriblemente manso que cuando veía a alguien trataba de esconderse en su madriguera o se ocultaba entre las matas. Y así fue como al principio en son de broma y después por simple maldad, la gente comenzó a divertirse buscando al lobo para tirarle piedras y hacerle todo tipo de barbaridades. Pero como aquel animal recordaba siempre los consejos de la niña soportaba aquel castigo mientras pensaba que se lo tenía merecido y que algún día estaría saldada su deuda y lo dejarían en paz.
Una vez pasó por ahí la misma niña con su capa roja y encontró al lobo tan malherido que tuvo que arrastrarlo a la cueva para curarlo.
¿Pero cómo has dejado que te hagan todo esto? - le preguntó.
- No me habías dicho que dejara de matar pata saldar mi deuda se quejó amargamente el animal.
- Mira que eres tonto. Le dijo ella.
¡¡TENER SENTIMIENTO DE CULPA NO ES LO MISMO QUE TENER DIGNIDAD!!
- La gente es la gente y tú siempre serás un lobo, no lo olvides.
- Te dije que dejaras de matar gente inocente, pero no que perdieras tu esencia dejando de cazar para alimentarte y hasta dejaste de gruñir!
REFLEXIÓN SISTÉMICA:
“La paradoja de la condición humana es que no podemos convertirnos en nosotros mismos más que bajo la influencia de otros”
La niña hizo una mueca de fastidio, rumió algo así como ¡siempre es lo mismo! y partió.
Pero esta vez no hizo lo de siempre: perdió el tiempo hablando con una amiga, estuvo tirando piedras a un charco de agua y revolvió las mercancías de un vendedor ambulante sin comprarle nada. Cuando se dio cuenta no le quedaba mucho tiempo para volver antes de la noche, así que decidió acortar camino por el bosque. En realidad había estado ahí cientos de veces pero era la primera vez que lo hacía sola. Apuró el paso y trató de tranquilizarse pensando que probablemente aquel lobo fuese alguna de las tantas que inventaban los mayores para evitar que los niños hicieran lo que realmente les gustaba. Pero tras un buen rato de marcha oyó entre la espesura un aullido que le puso los pelos de punta. Se detuvo unos segundos y miró alrededor, le pareció ver que una sombra gris se deslizaba muy lento pero ya era muy tarde para volver atrás. Siguió andando y esta vez a sus espaldas escuchó un gruñido de esos que hielan la sangre; echó a correr mientras aquella sombra parecía correr a ambos lados del camino ¡probablemente había más de un lobo! - pensó completamente horrorizada. Cuando por fin se detuvo, agotada por el esfuerzo un gran lobo gris salto de entre los árboles y se coloco delante de ella gruñéndole y enseñando los colmillos.
¿Vas a comerme? - preguntó la niña mientras temblaba de miedo.
- Por supuesto – dijo el lobo.
- Soy muy poca cosa para un animal tan grande, mira que delgados son mis brazos (murmuró mientras se levantaba la manga).
- Es cierto – gruño el animal. No vales mucho pero ¿Qué llevas ahí?
- ¡Ho, cosas de comer para mi abuelita! No puede andar y tenemos que llevarle la comida; si me prometes no comerme te dejaré algo.
El lobo gruñó otra vez con fastidio - ¡niña boba! Puedo comerte a ti y de postre esa cesta.
- Es cierto pero si me matas no tardarán en encontrarte y te matarán a ti, eso tenlo por seguro. Mi padre es buen cazador, ya no podrás vivir en paz. ¿acaso te gusta que todo el mundo te die y te tenga miedo?
El lobo se echó sobre las patas y bostezó.
- La verdad es que me he tragado a unos cuantos, pero solo lo hice para alimentar a mis lobitos que ya crecieron y ahora viven lejos, ahora tengo que seguir matando para mantener el miedo.
- Por lo que has hecho ya estas condenado para siempre; cualquiera que pueda te matará y a medida que envejezcas serás como mi abuela solo que nadie va a traerte la comida. Tendrías que buscarte otro medio de vida o serás siempre un fugitivo.
El lobo estuvo un rato pensando y por fin dijo con un suspiro:
- bien, te dejaré partir pero si me dejas un par de esos pastelillos que llevas, pero ¿Qué he de hacer para que no me odien?
- Dejar tu maldad. Le dijo la pequeña niña de la capa roja mientras sacaba un par de pasteles y los dejaba a un lado.
- Demuestra que no eres un cruel carnicero y podrás vivir en paz hasta que mueras de viejo.
- Así lo haré, dijo el lobo haciéndose a un lado.
Paso el tiempo y en el pueblo se corrió la voz de que aquel lobo feroz había desaparecido, la gente se atrevió a circular con normalidad por el bosque pero como también merodearon por ahí vagabundos y ociosos pronto descubrieron que había un lobo inmenso y terriblemente manso que cuando veía a alguien trataba de esconderse en su madriguera o se ocultaba entre las matas. Y así fue como al principio en son de broma y después por simple maldad, la gente comenzó a divertirse buscando al lobo para tirarle piedras y hacerle todo tipo de barbaridades. Pero como aquel animal recordaba siempre los consejos de la niña soportaba aquel castigo mientras pensaba que se lo tenía merecido y que algún día estaría saldada su deuda y lo dejarían en paz.
Una vez pasó por ahí la misma niña con su capa roja y encontró al lobo tan malherido que tuvo que arrastrarlo a la cueva para curarlo.
¿Pero cómo has dejado que te hagan todo esto? - le preguntó.
- No me habías dicho que dejara de matar pata saldar mi deuda se quejó amargamente el animal.
- Mira que eres tonto. Le dijo ella.
¡¡TENER SENTIMIENTO DE CULPA NO ES LO MISMO QUE TENER DIGNIDAD!!
- La gente es la gente y tú siempre serás un lobo, no lo olvides.
- Te dije que dejaras de matar gente inocente, pero no que perdieras tu esencia dejando de cazar para alimentarte y hasta dejaste de gruñir!
REFLEXIÓN SISTÉMICA:
“La paradoja de la condición humana es que no podemos convertirnos en nosotros mismos más que bajo la influencia de otros”
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