Todo es temporal, nada es permanente. La muerte es lo permanente, de hecho. Todo es necesario, todo tiene que ocurrir. La vida está en la muerte y la muerte está en la vida, al final son la misma cosa, distintas partes de lo mismo.
Pero…¿Por qué nos cuesta tanto aceptar estas afirmaciones?. Hay un elemento que juega un papel importante en el proceso de asumirlas, el APEGO. El apego es la “vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos personas, por medio de su interacción recíproca, y cuyo objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección”.
Es el apego el que produce en realidad el dolor de la pérdida. Es posible que a mayor apego, mayor dolor en la pérdida. Pero querer sin generar apego es muy difícil, por lo menos en nuestra cultura. Los Budistas sí saben cómo hacerlo.
Pero es sólo el tránsito por el dolor de la pérdida el que nos va a servir para aceptar la realidad del cambio. Este tránsito es lo que se conoce por “hacer el duelo”.
¿EN QUÉ CONSISTE?
En Terapia Gestáltica, el trabajo en la elaboración del duelo consistiría en:
- Ayudar a la persona a poner conciencia, palabras, a lo que hay dentro. Utilizar técnicas artísticas para la expresión también está bien si la persona no puede hablarlo en ese momento.
- Ofrecer comprensión y apoyo
- Ayudar a aceptar, sin juzgar o exigir.
- Integrar lo que se siente y hacerlo parte de uno mismo.
¿Y CÓMO SE HACE ESTE PROCESO?
- Evitar frases hechas respecto a la pérdida
- Si no comprendemos de verdad, no lo digamos
- No decirle que mire a otras personas cómo lo han hecho, cada persona hace su proceso
- No nos forcemos ni simulemos situaciones que no sentimos
- No animar, solo ESCUCHA
- Dejar que la persona llore, se exprese, que hable, que haga lo que necesite hacer.
- Que hable sobre la muerte y la persona fallecida. Que participe en los ritos de despedida del fallecido (le ayudará a aceptar que la persona ya no está).
Cada persona tiene su propio tiempo para elaborar su duelo. El tiempo “normal” para elaborar un duelo puede ser hasta dos años.
Pero existen los duelos crónicos (patológicos), en los que los mecanismos de defensa se perpetúan y no sirven para superar la pérdida. También ocurre que defensas pobres o situaciones patológicas anteriores influyan en la elaboración.
Los mecanismos de defensa utilizados en el duelo son los propios del ciclo gestáltico: proyección, retroflexión, proflexión, deflexión.
Si hay sentimientos de culpa puede ser útil trabajarlo en silla vacía:
- Resolviendo los asuntos pendientes con la persona que se ha ido
- Hablando de las cosas buenas y bonitas de ella
- Ofreciéndole nuestro perdón y agradecimiento (siempre puede haber algún grado de perdón)
- Haciendo una despedida
Integrar la muerte en la vida para ser libres al vivir
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